Hasta ahora, era una práctica frecuente que las entidades bancarias obligaran a sus clientes de préstamos hipotecarios a suscribir determinadas pólizas de seguro relacionadas con el crédito concedido, tales como seguros del hogar o de vida, así como ofrecer mejores condiciones al cliente si se contrataban las pólizas comercializadas por la misma prestadora.
En cambio, desde la entrada en vigor de la Ley Reguladora de los Contratos de Crédito Inmobiliario, el pasado 16 de junio, las entidades financieras todavía podrán obligar a sus clientes a suscribir este tipo de productos, pero no a hacerlo con ellas; como tampoco podrán cobrar gastos suplementarios o empeorar las condiciones del préstamo cuando no se contrate el seguro con la entidad que concede la hipoteca.
En consecuencia, el cliente tendrá una libertad total para elegir con quien contrata las pólizas, lo que le permitirá comparar el precio que le ofrezcan las diversas aseguradoras y elegir la que tenga una mejor oferta, así como evitar los denominados “seguros de prima única financiada”, que se incluyen en el principal del préstamo, y que, por tanto, devengan intereses. Además, las pólizas pueden traspasarse de compañía en determinados momentos (en general, hasta un mes antes del vencimiento de la póliza, comunicando a la compañía actual la voluntad de no renovar el contrato), por lo que una hipotética mejor oferta una vez contratado el seguro inicial, podrá ser aceptada sin que el banco pueda penalizar al cliente, siempre y cuando la póliza cumpla los requisitos que el banco exija al deudor, en su caso.
Sin embargo, la ley no prohíbe los llamados «contratos vinculados», por los que se mejoran las condiciones del préstamo a cambio de contratar otros productos no obligatorios ni relacionados con la hipoteca. Pero, a pesar de la bonificación, se puede llegar a encontrar algún producto que compense por precio o prestaciones lo que nos ofrece el banco.
Por lo tanto, es una importante modificación que hace muy recomendable, a quien tenga que pedir una hipoteca, ponerse antes en manos de un técnico de seguros a fin de elegir la póliza más ventajosa de entre las muchas que el mercado ofrece.
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